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15 dic 2025

¿Vale la pena leer Go Luck Yourself, por Sara Raasch?

Go Luck Yourself
Por Sara Raasch ‧ 2025
ROYALS AND ROMANCE
1. The Nightmare Before Kissmas | 2. GO LUCK YOURSELF

REPRESENTACIÓN: Protagonistas LGBTQAI+


Someone has been stealing Christmas’s joy, and there’s only one clue to the culprit—a single shamrock.
With Coal busy restructuring Christmas—and their dad now having a full midlife crisis in the Caribbean—Kris volunteers to investigate St. Patrick’s Day. His cover: an ambassador from Christmas to foster goodwill. What could go wrong?
Everything, it seems. Because Prince Lochlann Patrick, Crown Prince of St. Patrick’s Day, happens to be the mysterious student that Kris has been in a small war with at Cambridge. They attempt to play nice for the tabloids, but Kris can’t get through one conversation without wanting to smash Loch’s face in—he’s infuriating, stubborn, loud, obstinate, hot—
Wait—hot?
Kris might be in some trouble. Especially when it turns out that the mystery behind Christmas’s stolen magic isn’t as simple as an outright theft. But why would a Holiday that Christmas has never had contact with, one that’s always been the very basis of carefree, want to steal joy? Can a spare prince even hope to unravel all this, or will Kris lose something way more valuable than his Holiday’s resources—like his heart?
En el 2024 se hizo más o menos popular una historia que recordaba mucho a Red, White and Royal Blue, excepto que los protagonistas eran el príncipe de la navidad y el príncipe de Halloween, esa obra fue el primer libro de lo que en este año se convirtió en una serie, al salir la historia de uno de los personajes secundarios, pero más queridos de esa obra, Kris, el otro príncipe de navidad, quien ahora estaría en su propia aventura para salvar la navidad, lo que implica enamorarse del príncipe heredero de San Patricio. Con una media de 4.31 estrellas y más de 10.000 personas opinando sobre esta historia, podría decirse que logró su objetivo como secuela, teniendo una recepción increíble por parte del público al que está dirigido.
Este libro contiene los siguientes posibles triggers: ataques de pánico, abuso de niños, padres abusivos, familiares abusivos, uso de alcohol.

Mi opinión corta, en cuanto lo terminé, fue algo así: entre más pienso en la historia, más me disgusta.
    Pero aquí vengo a desglosar. Así que, por qué me disgusta.

LA ESCENCIA DE LOS PERSONAJES ES MUY DISTINTA
    En el primer libro, Kris se presentó como el personaje sensato del dúo de hermanos.
    Seguía las reglas con rigor porque su objetivo no era solo cumplirlas, sino demostrar que podía ser un buen hermano menor, alguien que no pusiera en riesgo la reputación de su festividad, sobre todo considerando que el hermano mayor —heredero y todo— sí solía causar problemas. Kris era el contraste perfecto: prudente, consciente en el uso de su magia y, más que nada, un embajador impecable. Sabía hablar, sabía comportarse, sabía representar.
    Y, claro, todos entendíamos que detrás de esa fachada había represión.
    Sabíamos que le costaba mostrarse tal cual era, que cargaba expectativas ajenas y que había partes de él mismo que prefería esconder. Pero, aun así, su esencia seguía siendo la de un chico dulce, un joven que adoraba fastidiar cariñosamente a su hermano mayor y que jamás habría hecho algo que dañara su festividad.
    Pero en esta nueva entrega, es como si alguien hubiera cambiado las etiquetas de los personajes.
Kris y su hermano parecen intercambiar papeles. Todo lo que antes hacía Coal —ser impulsivo, frívolo con la magia, imprudente al hablar— ahora lo hace Kris, incluso en situaciones donde su rol como embajador debería haberlo frenado. Y vamos, eso molesta, porque no es un crecimiento, ni una crisis (aunque sí pasa por varias crisis el niño), ni un arco de personaje: simplemente parece otro personaje usando el mismo nombre.

LOS NUEVOS PERSONAJES NO DAN LA TALLA
    Algo que disfruté muchísimo del primer libro fue la dinámica entre Coal y Hex. Eran polos opuestos en el mejor sentido: chocaban, se complementaban, tenían química narrativa y emocional. Su interacción era graciosa, tierna, y generaba un interés genuino por saber más de ellos.
    Eran personajes diferentes, sí, pero coherentes, con motivaciones claras y personalidades definidas. Se sentían vivos.
    En contraste, los nuevos personajes de esta entrega no logran sostener el mismo nivel, especialmente Lochlann, que en teoría debería ser una pieza clave de la historia al fungir como interés amoroso de Kris.
    Lochlann no resulta un personaje atrapante. No se siente bien desarrollado ni particularmente distinto de otros secundarios de fantasía romántica. Más que aportar capas o complejidad, sus actitudes parecen limitarse a igualar la imprudencia de Kris, entrar de lleno en un tropo de “del odio al amor” sin suficiente construcción, y manejar “todo bajo cuerda” en su festividad para demostrar, muy de vez en cuando, que no es completamente un imbécil.
    Las hermanas de Lochlann son bastante irrelevantes en la historia en sí misma, más allá de puntos de apoyo ocasionales, y un pequeño indicio de que una de ellas podría tener una relación con Iris, la mejor amiga de Kris y Coal, por lo que no descarto que tengamos alguna vez un tercer libro en la serie para desarrollarlo más allá de una noche de fiesta.

EL ABUSO NO ES NORMALIZADO, PERO TAMPOCO CASTIGADO
    Esta serie aborda de forma constante —y bastante explícita— las dinámicas familiares disfuncionales. El problema no es que lo haga, sino qué decide hacer con ellas.
    La madre de Kris y Coal los abandona cuando apenas eran niños. Años después, mantiene contacto solo para victimizarse: se queja de que sus hijos no la buscan, de que no forman parte de su vida, ignorando por completo que ella era la adulta responsable y que fue quien los dejó atrás. La obra expone claramente esta actitud como dañina, pero nunca la confronta de forma real ni le asigna consecuencias.
    En el libro anterior, el padre de ambos es amonestado en su rol como Rey de la Navidad cuando se revela su carácter tiránico. Sin embargo, en esta entrega, tras años de abuso verbal y psicológico hacia sus hijos, además de sus comportamientos nocivos hacia otras festividades, su resolución es marcharse en busca de su exesposa, abandonándolos una vez más. No hay reparación, no hay rendición de cuentas ni una reflexión profunda sobre el daño causado, ni siquiera alguien ajeno a sus hijos hablando de lo mal que estuvieron sus acciones. Simplemente desaparece, como buen político corrupto, y dicha desaparición funciona más como una evasión que como un castigo, pues él no lamenta nada de lo ocurrido. 

“I altered my whole being into shapes that fit voids in everyone else’s lives so they’d stay, so my life would look perfect, so I wouldn’t be alone again. But I never asked myself what shape I wanted to take.”
    Algo similar ocurre con el tío de Lochlann, el antagonista de esta historia y el único familiar adulto que Loch y sus hermanas tienen. Él se aprovecha de la festividad para absorber toda la magia para sí mismo, descuida por completo su función de mantenerla próspera y, además, ejerce abuso psicológico constante sobre ellos. A pesar de la gravedad de sus acciones, las consecuencias que enfrenta son mínimas o inexistentes, al menos en proporción al daño infligido. 
    Y aquí está el punto central: el abuso no se presenta como algo aceptable, pero tampoco se castiga
    Como lectores, reconocemos que estas conductas son dañinas, incluso traumáticas, pero se queda a medio camino. No hay justicia narrativa, ni reparación emocional, ni un cierre que valide el sufrimiento de los personajes

Y BUENO, EL TÍO DE LOCHLANN TAMPOCO ES UN GRAN VILLANO, ¿SABEN?
    El antagonista de esta historia tampoco logra destacar.
    Su problema principal es simple pero grave: carece de una motivación real. Es malo porque sí, porque puede. Trata mal a sus sobrinos porque tiene poder sobre ellos, no porque exista un conflicto interno, una ideología o siquiera una ambición bien planteada que lo respalde.
    En teoría, su objetivo es reinar sobre la festividad de San Patricio. Sin embargo, sus acciones contradicen constantemente ese supuesto deseo. No hace nada por mantener viva la festividad, no organiza actividades, no procura la felicidad de los humanos —factor clave para que la magia de estas celebraciones exista dentro del sistema de magia del mundo— y, aun así, utiliza la suerte que genera la festividad únicamente para invertirla en sus negocios personales y volverse millonario.
    Esto lo vuelve no solo un villano plano, sino uno incoherente con las reglas del universo. Si la magia de las festividades depende de la alegría humana, resulta absurdo que un antagonista que desea conservar el poder ignore por completo el motor que lo sostiene.
    De hecho, desde una lógica interna, darle el control a Lochlann desde el inicio habría sido la mejor decisión posible. Lochlann habría mantenido la festividad próspera, asegurando un flujo constante de magia, y aun así le habría permitido a su tío quedarse con una parte para invertirla en sus negocios, si eso era lo que realmente quería. Era una solución sencilla, funcional y beneficiosa incluso para el propio antagonista.
    Pero no.
    Elige tomar decisiones torpes y cuestionables, no porque sean estratégicas o trágicas, sino porque la historia lo necesita así. Y, al final, todo se resume a lo mismo: puede hacer lo que quiera porque nunca enfrenta consecuencias reales.

 OTRO AMOR A PRIMERA VISTA DISFRAZADO DEL TROPO DE RIVALES A AMANTES
    Kris y Lochlann se conocen en circunstancias bastante interesantes. 
    En la universidad, Kris reserva un salón de estudio. Pero, al llegar, encuentra que está ocupado por Lochlann, a quien le pide que se retire con amabilidad. Este decide ignorarlo, por lo que Kris decide utilizar la magia de la Navidad para darle una lección. Resultado desproporcionado: Lo humilla públicamente sin saber que es el príncipe de San Patricio. 
    Esta decisión impulsiva por parte de Kris, hace que las personas se cuestionen la capacidad de Loch para ser el heredero de su festividad, como si las decisiones de otros tuvieran que ver con su competencia personal.
     Y, aun así, desde ese primer momento, la tensión no es de enemistad real, sino de atracción evidente. La mitad de las pullas que se lanzan funcionan solo para subrayar lo atractivos que se encuentran mutuamente.
    Pero nos tenemos que creer que ellos se odian, eh.
    Su relación, en todo caso, no me parece convincente. 
    Lochlann es antipático la mayor parte del tiempo, rebaja a Kris con sus palabras y lo hace sentir humillado de forma constante. La historia intenta justificarlo al decir que es irlandés y esa es su forma de coquetear. Pero, en lo personal, ser un imbécil, sin importar tu país o tus traumas, nunca me ha parecido una buena forma de demostrar interés romántico
    Kris no está en una mejor posición, pues, aunque se arrepiente de la broma de mal gusto por solo un cuarto de estudio, su orgullo herido le lleva a tomar decisiones muy cuestionables en cuanto a cómo se comporta. De nuevo, no es una decisión que ayude a empatizar con la pareja.
    Decir que toda la rivalidad al amor sucede en el transcurso de una semana no es exagerar. Es el tiempo real de la novela. Y, lamentablemente, no es lo que busco en un libro cuyo único tema para ofrecerme es el romance. Le falta desarrollo a la relación, le falta alma, tensión real y profundidad emocional.

“You aren’t an awakening. You’re the whole dawn. And I can’t believe I ever thought I’d seen the sun before you.”
LA MAGIA DE REALEZA SE ROMPE DE FORMA CONSTANTE
    Hagamos un énfasis especial en que estos personajes son príncipes de festividades. Desconocidos para el mundo mortal, sí. Pero todavía con una reputación para mantener y prensa que les sigue de forma constante para las revistas de chismes en el sistema mágico de su mundo
    Pero, por alguna razón, son las personas menos dignas que encuentro.
    Podría decirse que tiene más gracia y decoro un NPC. 
    Kris se presenta a las actividades oficiales como embajador de la Navidad con camisetas con frases de doble sentido. Es más, la de la portada del libro dice "kiss my snowballs". Y sí, sale así, sin ironías ni consecuencias. 
    Esto resulta aún más absurdo cuando el propio texto establece que Kris cuenta con un equipo encargado de diseñar su imagen pública y escoger su vestuario para representar adecuadamente a su festividad. Se supone que hay protocolo, criterio y estrategia detrás de cada aparición. Pero, por alguna razón, ese equipo decide que la mejor opción no es una corbata con copos de nieve, ni un suéter elegante, ni algún símbolo festivo… sino camisetas sugestivas.
    Decisiones narrativas, entonces. Se pone en duda la capacidad de Lochlann debido a una broma ajena a sus decisiones, que no hace referencia a su personalidad o a su competencia como heredero; pero al mismo tiempo nadie crítica las elecciones estéticas de Kris, aunque las decisiones sobre la ropa sí que tienen que ver con gustos y personalidad. Interesante. No en el buen sentido.


Para resumir lo ya dicho, repito lo del inicio: entre más pienso en esta historia, más me disgusta.
    Los personajes pierden coherencia, y los nuevos no logran compensar esa pérdida, en especial Lochlann, cuyo desarrollo y romance se apoyan casi por completo en tropos poco trabajados.
    El abuso familiar se expone, pero nunca se confronta ni se castiga. El villano carece de motivación real y actúa en contradicción con las reglas del propio mundo mágico, y las consecuencias se aplican de forma selectiva según convenga a la trama.
    A esto se suma un romance apresurado y poco convincente, una representación de la realeza que rompe constantemente su propia solemnidad y decisiones narrativas que castigan a personajes por actos ajenos mientras ignoran responsabilidades evidentes.
Por estas razones, no podría decir que recomiende Go Luck Yourself.


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