Hyacinthus
L. Alarcón Miguel
2024
Mitología | Romance
Grecia en la época dorada, antes de los héroes, de cuando los dioses bajaban a la Tierra, conviviendo con los seres humanos y demás criaturas terrestres. Hyacinthus (Jacinto), príncipe de la conocida como Esparta, es todo lo contrario a sus hermanos, encuentra en la contemplación y no en la guerra la felicidad. De su ingente hermosura se habla por cada rincón de Grecia, hasta el punto de que incluso los dioses conocen su existencia. Es así como varias deidades, entre ellas, Céfiro, Bóreas y Apolo posan su mirada en el joven, dispuestos a sumergirse en una competición para lograr acariciar su corazón. El dios del sol al descubrir que el rey de Esparta busca un nuevo maestro para Hyacinthus, no lo duda, bajando a la Tierra para poder conocerlo y darle la oportunidad de que lo ame de la forma en la que él ya realiza. Sin embargo, su objetivo no solo será este sino, también enseñar al príncipe a observar el mundo con una perspectiva más amplia. Las cosas se complicarán cuando entren al juego los dioses de los vientos, narrándonos así el mito que todos conocemos de una manera más íntima e intrínsecamente hermosa.
MI OPINIÓN
No creo que el problema sea el libro sino yo. Es que, para hacerlo corto, no congenié ni un poquito con el estilo de narración.
Esta historia es una reinterpretación del mito de Jacinto, el enamorado de Apolo que termina como todos los enamorados de Apolo: bien muerto. Pretende hablarnos de su historia desde el principio, cómo empieza, cómo se desarrolla, las deidades contra las que hay que lidiar para que en algún momento puedan estar juntos y el fatídico e inevitable final, porque qué graciosas son las moiras.
A decir verdad, hubo cosas que sí me encantaron. Una de ellas fue que, al iniciar la historia, el autor hace una invocación a las musas por inspiración. Esto es algo que se hacía mucho, como tenemos de ejemplo en la Ilíada, cuando Homero dice, desde su canto primero, "Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquileo", para darle veracidad a las historias. En otras palabras, sería como decir "según el estudio realizado por tal...". A mi parecer, le dio un toque encantador, pues no he visto otras reinterpretaciones de la mitología griega con este recurso, que le da mucha más alma a lo narrado.
Por otro lado, el estilo poético adoptado por el autor fue un gran no para mí. No sé si tiene que ver con el hecho de que no consumo poesía, porque a pesar de sentir que pudo llegar a su cometido un par de veces, con párrafos espléndidos, llenos de rima y profundidad en las figuras literarias que utilizó, la mayoría de ellos solo eran repetitivos y tenían la trama estancada, andando en círculos, como las tres o cuatro veces que Jacinto pudo observar el mundo desde una perspectiva más amplia (como dice en la sinopsis) después de hablar un poco con alguno de los dioses. Esto me tenía super loca. Las cuatro veces que pasó, Jacinto fue a hablar con su hermana, para decirle que el cielo, los árboles, el planeta, eran diferentes, hablando de lo mismo, de mil formas distintas, pero sin llegar realmente a nada, porque no había realmente un impacto allí. Su hermana siempre le respondería que no puede comprenderlo, seguramente porque él es más inteligente.
Sobre lo que estaba esperando, no recibí demasiado. Cuando leí la sinopsis y la idea del autor, tenía en mente algo muy lleno de sentimiento, pero también algo que involucrara bastante acción. La competencia entre dioses que se menciona apenas y se esboza, limitándose a un par de apariciones de Bóreas y Céfiro diciendo que ellos también son dioses y que quieren a Jacinto para sí mismos. Aunque uno de ellos mantuvo perpetuamente la forma de un niño y nunca peleó, ni siquiera de palabra, y parecía más inclinado a dárselo al otro dios del viento que en intentar conquistarlo por sí mismo, pero eh. La competencia se quedó, entonces, en intercambios de palabras que, en su mayoría, eran bastante tontos, pero que, como si de niños pequeños se tratasen los dioses, les herían el ego hasta lo profundo de sus almas. Lo que por una vez suena más a un dios griego, la verdad. Eso no quita que fueran aburridos hasta el extremo.
Entre otras cositas que me molestaron, están los errores de tipeo y las palabras que fueron repetidas hasta el cansancio. "Empero", la que más. Entiendo, el autor mismo lo dice, que el estilo que intentó adoptar pretendía acrecentar ese aire de mito en la historia, que pareciera un texto de la época, empero (xd) exageró un poco. Está bien que quisiera evocar la época, pero los escritos también se adaptan a los nuevos lectores y existen infinidad de conectores. Lo más gracioso es que podía olvidarse del "empero" por un par de páginas, pero una vez lo recordaba, aparecía hasta tres o cuatro veces por párrafo.
Me parece una idea excelente para cualquier historia inspirada en la mitología el querer reinterpretar cualquiera de las aventuras de Apolo. Para mí siempre son ideas de mil, porque, vamos (ignoremos esta cantidad desmedida de comas), es uno de los dioses que más juego da. Además, a la mayoría de los lectores nos encanta. Y creo que una parte importante de esas reinterpretaciones es mantener un "quizá" al aire. Sobre si el final va a ser fiel al auténtico o si va a tomar un giro diferente. Aquí, desde el primer momento se nos hizo saber que iba a terminar como el original, lo que, en mi caso, les quita interés a los acontecimientos.
En mi opinión, quizá faltó un poco de planeación, intentar hacer la historia más activa. Pero es que cada "despertar" donde por fin podía ver el sol y sentir la brisa, hablar con los animales, qué sé yo qué más, se me hacía eterno.
Por otro lado, voy a hacerme la de la vista gorda sobre cómo se desarrolló ese romance (muy rápido, muy sin sentido y repetitivo), aceptándolo solo porque sabemos que, de todas formas, Jacinto y Apolo llegarían allí.
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